martes, 23 de noviembre de 2010

Abrazo tanguero


Aunque hayan sido solo unos tangos, solo unas pocas miradas fijas... sé que me encanta. No se nada de él y la verdad no se si me interesa realmente saber, pero cuando llego a sus brazos sé que me encantaría quedarme allí un tiempo bien largo. Me siento tan a gusto ahí, el calor de su cuerpo, su aliento, su barbita de unos cinco días en mi frente, es tan suave, es tan cálido, tan perfecto. Odio cada vez que termina un tango y adoro el comienzo eterno de otro, cuando él empieza a escucharlo, a descifrar los tiempo y yo... cierro los ojos tratando de capturar y saborear cada vez mas ese momento, sin desesperación pero con anhelo pienso en mis adentros "que no se termine, que no empiece a bailar, quiero quedarme así abrazada sin siquiera caminar". Y cuando bailamos siento su mano tan suave sosteniendo la mía, rodeo su espalda con la otra y apoyo mi sien en su barbilla, nada más exacto que la perfección ciega...
Estamos solo, no hay nadie ahí afuera de la oscuridad de mis ojos cerrados, no hay nada mas que nosotros, ni bar, ni mesas, ni sillas, solo un tango de fondo...
Cuando acaba la tanda y se escurre el último sonido... de mis labios una sonrisa se escapa aun con los ojos cerrados, una satisfacción sin nombre ni escalas se alcanza... abro los parpados y veo tus ojos negros, redondos, "un gusto" me dice y todo se acaba... y vuelvo a mi vida de siempre... sin alas.

1 comentario:

  1. Pero además de conocer su olor y el sentimiento de bailar con él, ahora también conocés el tutú, su simpatía y su facilidad para ocultar verdades...

    ResponderEliminar