Nadie quiere ser consiente, ni yo quiero serlo, de que todavía te quiero, aunque no existas realmente, aunque te inserte en ese rostro, aunque una vez hayas existido, porque todas esas letras, esas palabras, esas frases que me escribiste siguen ahí intangibles desde ese 29 de diciembre de 2011 en mi mail.
Tu rostro junto con esos calidos y fragiles recuerdos arañan las paredes de mi mente para no borrarse. Te abrazo en el recuerdo y abrazo ese recuerdo también, cuánto tiempo mencionaré tu nombre encubierto en otras identidades, cuánto tiempo tus vivencias de otras bocas con otras bocas lastimaran mis oídos al escucharlas, cuándo se dejara de modificar mi cara con esos cuentos, cuantas veces más te compararé con otras gentes, con otras charlas. Cuanto tiempo falta para que te baje de ese pedestal. Cuánto tiempo falta para que deje de fantasear con tocar el timbre de tu casa con los ojos empañados de tanto llorar y me escape en otro inverno.
Como te extraño.................!
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