Estoy apagada, vacía como una muñeca de trapo sin trapos... a la que los botones de los ojos ya no le brillan, y le ha cambiado, fría, la mirada, se le ha palidecido la cara, donde el bordado que marcaba su sonrisa ya no marca nada...
¿Dónde están los colores de mis manos con los que jugaba a ser artista? ¿Dónde quedaron las risas? ¿Dónde? ¿Qué viento se apodero de mi alma y me la tironeo sin calma hasta llevársela entera? No me ha quedado ni un resto de ella... ni angustia siento porque eso era propio de aquella, ya no siento nada, más que muñeca de trapo soy solo hilos de lana.
"Tejeme" Le pido a algún desconocido, en vano, claro, el bordado esta deshilachado y mi boca ya no produce sonido que se asemeje a una palabra...
Resignarme... ¿resignarme? Si ya no siento nada... No comprendo que es eso.
Resignarme... ¿resignarme? Si ya no siento nada... No comprendo que es eso.
Estoy sentada en la estantería de ese cuarto vacío, desolada creo... porque no siento nada. Y lo observo, él entra y me habla, pero si ya no tengo deseo como puedo explicarle que no se si quiero que me repare, que me teja, si ya no siento deseo de que vale que me rellene de trapos si no sopla por la ventana ningún viento que me devuelva la lana que me hacia tierna, que me hacia amena, que me hacia frágil (para que los brazos de alguien me abracen).
Sin embargo él me teje, me borda los labios, me lustra los ojos, me pinta las mejillas y entre sus manos me sostiene, me mira y suspira sobre mi orgulloso de su trabajo, y yo... sonrio, no se ha dado cuenta pero me ha devuelto el alma. ¡Me la ha cambiado! ¡No es la misma! Es más calma, es más alegre. ¡Es mi alma! Me ha devuelto el deseo, me ha devuelto las ansias, me abraza y yo lo abrazo también, me han crecido alas pero él no las ve, sin embargo me sienta en su mesa para que no me caiga, no sabe que ya no me puedo caer. Lo contemplo sonriente, me ha bordado una sonrisa que no se puede descoser.
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