martes, 24 de agosto de 2010

Soles, olmos y perales.


De repente... algo parece aclararse a lo lejos, la luz del Sol desvanece sombras y ahuyenta complejos enigmas que ya no importan... Todo se convierte en algo más simple, en algo que no agobia, el peso de la espalda es como si se hubiere vuelto broma, ya no pesa, ya no significa carga alguna, los pies, aunque aun curándose de las heridas profundas, avanzan a paso lento pero firme, yo que estoy encima de ellos admiro su fortaleza, su perseverancia que algún tiempo atrás me pareció absurda ahora me parece lo más cuerda que nunca. Dejo de pedirle peras al olmo, los pensamientos mágicos al decir de Pilar Sordo no sirven de nada, lo comprendo y lo asumo, ahora estoy plantando un peral y al pobre olmo creo que lo voy a desterrar en alguna maceta siempre habrá alguien que a pesar de todo aun quiera seguir pidiéndole peras.

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